Ir al contenido principal

MÉXICO SALIO A LAS CALLES. Por Elia Baltazar / El Siglo de Torreón-AEE/ MÉXICO, DF







LA TENSIÓN SE VIVIÓ HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO DE LAS MARCHAS PORQUE LA VIOLENCIA ESTUVO SIEMPRE A TIENTAS

Es la tarde del jueves 20 de noviembre. Hace frío y llueve en la Ciudad de México. Del Monumento a la Revolución, el Ángel de la Independencia y Tlatelolco se levantan por todas partes 43 rostros: los retratos de los normalistas secuestrados el 26 de septiembre en Iguala, que una vez más se abren paso hasta el Zócalo, al frente de miles de voces que exigen justicia en su nombre.
Sobra contarlos. Son muchos; una marea de pancartas, antorchas, velas, flores, muñecos, que se abulta en avenida Juárez, se rompe en las calles de acceso al Zócalo y se hace remolino en torno del astabandera.
Hay manos jóvenes que hacen grafiti y renombran calles: "Calle Impunidad", "Calle Represión", "Calle Estudiantes", "Calle Normalistas". Cuerpos jóvenes que hacen performance, arte, capoeira. Voces jóvenes por todas partes y hasta niños en contingente vestidos de rojo.
En algún momento, al pie de la bandera verde-blanca-y-colorada, yace un águila azteca en una enorme manta blanca: "el Estado ha muerto". Antes, la explosión de un cohetón hace saltar los nervios. Después, el fuego hace saltar el ánimo: una figura gigante de Enrique Peña Nieto arde frente a las puertas de Palacio Nacional. "¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!"
Desde el templete, la voz de uno de los padres lanza: "Venimos a decirle a Peña Nieto que vamos a insistir hasta que se vaya".
"¡Que renuncie!"
"¡Que se largue!"
Las voces se repiten.
El grito envuelve, por tramos, a cada contingente de esta marcha que da la cara, que ahuyenta a quienes se cubren el rostro, que desenmascara a los infiltrados. Esta marcha tiene cerrado el cupo para los provocadores.
ESTÁN TODOS
Aquí hay sindicatos, estudiantes, organizaciones civiles, artistas, cantantes, intelectuales, líderes sociales, familias, niños, ciclistas. Aquí nadie aguanta más. Aquí la indignación revienta en las sílabas de cada consigna, en el hilo de voces que enumera a los que faltan: 1, 2, 3, 4, 5, 6... y hasta 43: "¡Justiciaaaa!" Para ellos y para todos los desaparecidos del país, piden padres de familia. De Guerrero y otras partes del país.
Es difícil identificarlos, saber quién toma la palabra. Qué importa si la voz de uno es la voz de todos: "No vamos a descansar hasta encontrar a los muchachos o hasta que nos los entreguen. Estamos seguros que saben dónde están".
La voz que abre el mitin es Felipe de la Cruz, papá de uno de los 43 jóvenes normalistas. "Cómo estará temblando Peña Nieto de que estemos aquí, que hasta puso guardias presidenciales en el Palacio Nacional. Lo hacemos responsable si algo nos sucede".
Ocurrió lo que ya es repetición: Jóvenes encapuchados que arremeten contra la seguridad de Palacio, tiran algunas vallas, lanzan bombas caseras a la puerta y de nuevo intentan quemarla. Aparecen los granaderos, los elementos del Estado Mayor Presidencial. Comienzan los golpes, las corretizas, las molotov. Habrá detenidos.
Son las 9 de la noche y el templete ya está solo. Hace rato que los padres se han ido. En las libretas de la prensa queda el garabato de sus palabras. Tan sencillas como contundentes: "México está cansado de la situación del país. Ya no se van a permitir desapariciones ni asesinatos extrajudiciales. No es un berrinche realizar manifestaciones en todo el país. No es un berrinche buscar a 43, ni repudiar el ataque sufrido por los normalistas el 26 de septiembre. Tampoco es un berrinche que miles de madres y padres sigan buscando a sus hijos."
Para los padres, este sí fue un verdadero desfile revolucionario del 20 de noviembre, que comenzó a distintas horas en diferentes puntos de la ciudad: frente a Televisa, en estaciones del Metro, en el perímetro del aeropuerto.

Termina la jornada. La indignación vuelve a casa, pero promete salir de nuevo, en otra jornada que exigirá de nuevo:
 "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!"

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Realidad o ficción? Los duendes no son un cuento de hadas de "de10.com.mx"

Los vemos en películas e historias, pero hay quienes afirman que hay evidencia suficiente para confirmar su existencia Hablar de  duendes  significa transportarnos a un  mundo de magia  en lejanos bosques donde impera la  fantasía ; al que los libros de ficción nos han llevado a través de historias cargadas de misticismo. Pero pese a que podemos pensar que los también  llamados  gnomos , son sólo un tema que entusiasma a niños que creen en cuentos de hadas, los duendes podrían estar más presentes en nuestra realidad de lo que creemos. Al menos eso sugiere el fantástico  museo en su honor, ubicado en Huasca, Hidalgo. El enigmático  Museo de los Duendes , abrió sus puertas el 19 de marzo de 2005. En su interior alberga una amplia diversidad de objetos que, según su creadora Cristina Cortes, dan muestra de la existencia de estos seres. La idea de la apertura de este recinto, surgió debido a la gran cantidad de historias narradas por los  residentes del pueblo de Huasca , así com